Foto de Patryk Specjal
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La historia del capitalismo es la historia de las resistencias contra su implantación, la historia de la lucha de las comunidades humanas por defenderse, la historia de la defensa de la vida contra el ataque del capital. El triunfo del Estado y el capital es, pues, la historia sangrienta de su implantación alrededor del planeta contra la voluntad de sus habitantes.
Desde el estudio que los científicos del Club de Roma publicaron en 1972 sabemos que un sistema basado en el crecimiento nos lleva al colapso civilizatorio. Aun así, las propias dinámicas del sistema capitalista y los lobbies de poder han sido capaces de convencer de lo contrario a la mayoría de la población y han impuesto una forma de vida que beneficia claramente a los privilegiados en todo el mundo.
La emergencia climática actual es uno de los retos más grandes que se ha encontrado el Homo sapiens desde que empezó a habitar la tierra. Pero este no es el único problema que enfrentamos. La crisis energética, la extinción de especies, la contaminación de acuíferos y de mares, la pérdida de diversidad de los suelos o la ruptura de ciclos de elementos fundamentales como el del fósforo son las diferentes caras de una crisis múltiple que amenaza la supervivencia de la mayoría de formas de vida existentes sobre la tierra, incluyendo la humana.
A estas crisis ecológicas y medioambientales tenemos que sumar las crisis sociales, económicas, políticas que son consubstanciales al sistema capitalista, no siendo menor la crisis espiritual propia de una sociedad desbocada en el consumo. No son crisis fortuitas, sino las consecuencias de una forma de organización social descabellada basada en la explotación infinita de unos recursos naturales y humanos que son finitos.
Finalmente, las protestas masivas –especialmente de gente muy joven– contra el calentamiento global y por unas medidas drásticas que frenen el colapso planetario anunciado para el 2030, han conseguido una mayor presencia de la problemática en los medios de comunicación y en la agenda de la clase política.
Pero las medidas que se plantean están más centradas en salvar la lógica del crecimiento económico y los privilegios de unos pocos que en afrontar las causas de las crisis. Así ocurre con la geoingeniería, promovida principalmente por los sectores más reaccionarios, o con las promesas (de negocio) del «capitalismo verde». El Green New Deal, por su parte, promueve una nueva centralidad para las instituciones estatales y públicas en la lucha contra el desastre, pero no parece ir a la raíz del problema.
En el mejor de los casos, las medidas que se plantean podrían atrasar el colapso global, mientras que un Green New Deal podría reducir el sufrimiento humano en el futuro. Pero las crisis que afrontamos no se solucionan sin un cambio radical de sistema. Necesitamos una nueva forma de organización social que no se base en la dominación sobre las otras personas y formas de vida.
No tenemos ninguna duda: nos encontramos ante una encrucijada en un contexto más incierto que nunca. ¡El Capital o la Vida es la disyuntiva! Esta web apuesta decididamente por la vida contra el capital. Quiere ser un repositorio de material de reflexión y de herramientas para la acción, por una nueva organización de la vida humana en consonancia con el planeta y contra las prácticas nocivas del capital y sus representantes y beneficiarios.
¡Por la vida!