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Desde que se publicó en 1972 el informe «The limits of growth» las evidencias científicas de la emergencia climática no han parado de aumentar. A partir del 1979 estas evidencias empezaron a trasladarse a cumbres políticas; Ginebra (1979), Rio (1992), Kioto (1997), París (2015), … Viendo la más que insuficiente respuesta política a la gravedad de la situación, en noviembre del 2019 se publicó un artículo firmado por más de 11.200 científicos de todo el mundo en que alertan a la ciudadanía y a la clase política de la gravedad de la situación.
Proponen una serie de medidas en diferentes ámbitos, todas ellas de índole reformista, plantean que hace falta una redistribución de la riqueza y más justicia ambiental. Hacemos una breve síntesis:
Energía: Hay que aumentar la eficiencia y sustituir los combustibles fósiles por energías renovables poco dependientes del carbono, y dejar los combustibles fósiles que quedan bajo tierra. Los países ricos tienen que ayudar a los países más pobres en la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles. Hay que dejar de subvencionar los combustibles fósiles y aumentar el precio para desincentivar su uso.
Naturaleza: Proteger y restaurar los ecosistemas en todas partes. Frenar la pérdida de habitats y de la biodiversidad, especialmente en los pocos bosques primarios que quedan. Reforestar zonas y generar nuevos bosques, en zonas donde ya no hay masa forestal.
Alimentación: Comer alimentos principalmente basados en plantas. Y reducir el consumo global de carne de animales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (también para mejorar la salud). Esto libera tierras para producir alimentos para los humanos y no para los animales: Unas tierras que también habrá que arar lo menos posible. Además hay que reducir el gran derroche de alimentos.
Población: Hay que estabilizar el crecimiento de población mundial, e idealmente, decrecer, en un marco de integridad social. Para hacerlo se requiere una formación para todo el mundo, especialmente para mujeres, así como la generalización de medidas de planificación familiar.
Economía: Necesitamos una economía libre de carbono que tenga en cuenta la dependencia de los humanos de la biosfera. Hay que frenar la sobreexplotación de la naturaleza por el crecimiento económico. Hay que dejar el crecimiento del PIB como indicador, y pasar a otros que tengan en cuenta el sostenimiento de los ecosistemas y la mejora del bienestar humano, priorizando las necesidades básicas y reduciendo la desigualdad.
Acaban el artículo con una serie de conclusiones entre las cuales destacan que es el momento de actuar, que la ciudadanía está empezando a movilizarse, que los políticos también, y que ellos se ponen a disposición para ayudar. También resaltan que, a pesar de la gravedad de la situación, la buena noticia es que las medidas necesarias para combatir la situación supondrían un bienestar humano mucho más grande del que está proveyendo el sistema en la actualidad. Todo irá mejor si la emergencia climática y las acciones consecuentes se hacen cuando antes, «para sostener la vida al planeta Tierra, nuestra única casa».
Desde capital o vida nos preguntamos como un sistema basado en el crecimiento y la desigualdad puede fomentar la igualdad y la justicia climática. Los únicos momentos en que el sistema capitalista redujo la desigualdad fue cuando los movimientos populares (en aquella época sobre todo el movimiento obrero) era fuerte y la amenaza de una alternativa revolucionaria preocupaba a las élites. Para que estas medidas sean planteables hace falta un movimiento popular determinado a que se tienen que aplicar sí o sí (como hemos visto en América del Sur recientemente), y/o un movimiento revolucionario que plantee una alternativa factible y sea una amenaza que obligue a reducir privilegios a las élites.
Podéis descargar el artículo original (en inglés) aquí.
Imagen | Pixabay DanielleTunstall